Algunos analistas sitúan el inicio de la llamada “primavera árabe” en el levantamiento del Campamento saharaui de la Dignidad de Gdeim Izik durante los meses de octubre y noviembre de 2010.
Otros expertos lo sitúan en la Revolución de los Jazmines tunecina de finales de ese año. De cualquier manera, la mecha empezó a prender mucho antes fruto del descontento social y el sufrimiento de millones de personas atrapadas en regímenes dictatoriales.
La desmesurada y sangrienta represión inicial de los ejércitos se vio, en muchos casos, aplastada por la fuerza y la resistencia de los pueblos que, ante esa insostenible realidad, poco tenían que perder y mucho que ganar.
Desde entonces, desde Marruecos a Omán se han producido revueltas que han producido diferentes cambios políticos-sociales internos. De esta forma, pudimos observar la caída de dictadores como Ben Ali en Túnez, o la de Hosni Mubarak en Egipto, la guerra civil alimentada por Occidente en Libia, las sangrientas protestas en Jordania, Yemen y Qatar, hasta llegar al actual conflicto armado en Siria.
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