• Israel destruye una media de cinco cisternas cada mes
  • En Susia, su 320 habitantes viven con menos de 20 litros por persona al día
  • En 2011 se derribaron 34 pozos, y en lo que va de 2012, alrededor de 40

Ana Cárdenes | Efe | Susia

 

A la falta de agua en las colinas del sur de Hebrón, en Cisjordania, se suma la demolición de cisternas por el Ejército israelí, que ahoga a unos residentes palestinos que viven con cinco veces menos agua que lo recomendado por la OMS y veinte menos que los judíos vecinos.

 

«Frente a las tres cisternas al mes que Israel demolió en 2011, este año están destruyendo una media de cinco al mes», explicó a Efe Ziyaad Lunat, portavoz de la organización Ewash, que agrupa a 30 ONG y organismos internacionales que trabajan en agua, saneamiento e higiene en los territorios palestinos ocupados.

 

Cada demolición de una cisterna es «una catástrofe humana» en la zona de las colinas del sur de Hebrón, el área con mayor escasez de agua en toda Cisjordania, afirma Lunat, que precisa que muchas veces estos pozos son «el único suministro» para todo un pueblo.

 

La ‘escasez inducida’ de Susia

 

La localidad de Susia es una de las más afectadas por lo que las ONG califican como «escasez inducida»: sus 320 habitantes viven con menos de veinte litros por persona al día -frente a los 100 que recomienda la Organización Mundial de la Salud (OMS)-, una cantidad equivalente a la que se provee a los campos de refugiados en situaciones de emergencia.

 

Entre 1999 y 2001 el Ejército demolió la mayoría de las cisternas del pueblo e inutilizó algunas llenándolas de cemento y gravilla, según un informe de Amnistía Internacional, que afirma que más de la mitad de los habitantes de Susia se han ido en los últimos años huyendo de las duras condiciones de vida.

 

«Tenemos varios pozos de agua en Susia pero a muchos no nos deja acceder el Ejército y otros han sido destruidos por los soldados y los colonos», se lamenta Naser Nawaya, que denuncia que hace poco los militares también han destruido cuatro pozos en Amnier.

 

Nawaya explica que Susia tiene once pozos pequeños en uso, cuya agua es insuficiente, y otras 30 cisternas a las que les impiden acceder.»Si pudiéramos llegar a ellos tendríamos agua para toda la aldea», asegura.

 

El pasado febrero, el Ejército israelí destruyó en Susia dos cisternas, incluida una que databa de la época romana; en marzo demolió tres letrinas y, dos meses después, varias cisternas que estaban siendo reparadas por voluntarios internacionales. El pasado julio, los soldados confiscaron diez tanques de agua donados por una ONG.

 

Una cisterna, varias letrinas móviles, la escuela y la carretera que va a ella tienen órdenes de demolición pendientes.

 

Una práctica en aumento

 

Aunque especialmente grave, el caso de Susia no es único: según denuncia Ewash, la práctica de demoler infraestructuras sanitarias vitales va en aumento.

 

En 2009, el Ejército israelí demolió tres cisternas en el Área C de Cisjordania (bajo control militar y administrativo israelí), la cifra se elevó a 21 en 2010, a 34 un año después y, en lo que va de 2012, ya se han destruido alrededor de cuarenta.

 

Además de las cisternas, Israel también elimina otra infraestructura sanitaria e higiénica vital, generalmente bajo el argumento de que no tiene los permisos administrativos que el mismo Ejército deniega habitualmente (entre 2000 y 2007 fueron rechazadas el 94% de solicitudes de construcción en el Área C).

 

Ewash afirma que, entre 2009 y 2011, los soldados destrozaron cuarenta pozos, varios sistemas de irrigación y al menos 20 cuartos de baño y lavabos, cifras a las que hay que sumar la destrucción causada por los colonos judíos.

 

El recurso que les queda a las comunidades locales es, bien irse, bien afrontar el coste de comprar agua transportada en tanques. La Oficina de Coordinación Humanitaria de la ONU (OCHA), indica que las empobrecidas comunidades del sur de Cisjordania pagan el agua a un precio medio cinco veces superior al que afrontan quienes están conectados a la red.

 

Este año, los residentes de Susia están pagando cerca de seis euros el metro cúbico del agua, un precio que en otras comunidades de la zona ha llegado a los exorbitantes 12 euros, frente al euro que pagan las ciudades palestinas con suministro, según datos de la ONG española Acción Contra el Hambre.

 

Según señaló un empleado de una ONG internacional en Hebrón, «las comunidades tienen que esperar hasta 20 días la llegada del camión del agua, porque la demanda es más alta que la oferta».

 

«Mientras que los palestinos en esta zona consumen menos de 25 litros de agua por persona y día, los colonos judíos consumen 400», denuncia, y señala que algunas colonias tienen piscinas, césped verde en zonas áridas e industrias con uso extensivo de recursos hídricos.

 

Lunat advierte de que la asfixia gradual de estas comunidades no solo ha supuesto un incremento de los riesgos de enfermedad, sino que se traduce en «un aumento significativo de los niveles de desplazamiento forzoso», y recuerda que la demolición de infraestructuras vitales es un crimen de guerra.