El embajador israelí en Egipto, Yitzhak Levanon, ha abandonado el país junto con su familia y parte del personal de la misión diplomática después de que anoche cientos de egipcios asaltaran la embajada israelí en El Cairo, la invadieran y arrojasen miles de documentos a la calle. Tras una manifestación en protesta por la lentitud de los cambios democráticos de la Junta que se hizo cargo del país después del derrocamiento en febrero de la dictadura de Hosni Mubarak, cientos de manifestantes se dirigieron hacia la legación israelí, derribaron el muro que la rodea, pese a la presencia policial, y la asaltaron. Los choques posteriores con la policía y el ejército han dejado cerca de medio millar de heridos y al menos 17 detenidos. Ante los incidentes, un gabinete de crisis egipcio se ha reunido y fruto de ello el ministro del Interior del país ha declarado el estado de alerta y ha cancelado las vacaciones de la policía en todo el país. La crisis diplomática entre Israel y Egipto ha empujado al presidente de EE UU, Barack Obama, a expresar su «preocupación» y a pedir a Egipto al Gobierno de Egipto que garantice la seguridad de la Embajada israelí. El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, ha calificado el asalto como «incidente serio que podría haber sido peor si los agitadores hubieran logrado atravesar la última puerta y herir a nuestra gente».
El asalto y los disturbios posteriores, que ya han dejado oficialmente 448 heridos y 28 detenidos, se desencadenó cuando cientos de manifestantes egipcios atacaron la embajada israelí, situada en las últimas plantas de un edificio residencial de 21. Primero, armados con martillos y barras de metal, lograron derrumbar parte del muro que protege el edificio, de 2,5 metros de alto, construido esta misma semana ante algunas demostraciones anti-israelíes. Después invadieron el edificio y una treintena de ellos lanzó por las ventanas del edificio miles de documentos. Los manifestantes procedían de una gran protesta en la plaza Tahrir, donde reclamaban a las nuevas autoridades más celeridad en la acometida de reformas democráticas y una mayor depuración de ex altos cargos de la época de Mubarak.
Durante las primeras horas del asalto, la policía se limitó a tratar de contener a los manifestantes, pero no impidió que se derribara parte del muro. Ante ello el ministro de Defensa israelí, Ehud Barak, anunció en un comunicado que había pedido a Estados Unidos ayuda para proteger la Embajada. Después, la actuación policial ha sido más contundente. Los manifestantes, unos 2.000, prendieron fuego a varios vehículos alrededor del edificio y los disturbios han causado cerca de medio millar de heridos. Los asaltantes también trataron de atacar una comisaría cercana, pero fueron rechazados con gas lacrimógeno, aunque sí lograron quemar cuatro coches de la policía. El Ejército desplegó tanques alrededor de la Embajada y la policía tuvo que terminar usando gases y cañones de agua para despejar la zona. No obstante, al amanecer unas 500 personas aún estaban presentes en los alrededores, aunque los agentes habían logrado acordonar la zona aledaña al edificio diplomático.
El primer ministro egipcio, Essam Sharaf, ha convocado para esta mañana un gabinete de crisis para hacer frente a los incidentes y a la crisis diplomática con Israel.
Desconfianza hacia los militares
Las protestas comenzaron ayer, viernes, día de oración y de protesta desde que estalló la revuelta que derribó a Mubarak, en la plaza de Tahrir, donde miles de personas participaban en una marcha para pedir que se aceleren las reformas políticas y el fin de los juicios a civiles en tribunales militares. El descontento y la progresiva desconfianza hacia la junta militar que dirige la transición democrática alimentan las marchas de protesta que se repiten desde la caída de Hosni Mubarak en febrero. Una de las consignas más repetidas en la manifestación ante la Embajada era «el pueblo quiere la caída del mariscal», en alusión al jefe del consejo militar Hussein Tantawi, la máxima autoridad en el país desde la caída de Mubarak.
Al asalto a la embajada agrava una crisis diplomática que se anunciaba desde la caída de Mubarak en febrero. Con el rais, Israel tenía un aliado al otro lado de la frontera desde que se firmó un acuerdo de paz en 1979, pero su caída y la llegada de nuevas autoridades dejaban los pactos en el aire. Los nuevos gobernantes militares aseguraron que los respetarían, entre otras cosas porque esos acuerdos garantizan a Egipto una importante ayuda militar estadounidense. No obstante, tienen que lidiar también con el descontento del pueblo egipcio, que no simpatiza con Israel por sus abusos sobre los palestinos. El difícil equilibrio se rompió abruptamente el pasado mes de agosto, cuando soldados israelíes mataron a cinco guardias fronterizos egipcios en una operación para capturar a milicianos palestinos, incidente que provocó que El Cairo llamara a consultas a su embajador en Israel y exigiera unas disculpas oficiales que no se han producido. Egipto es el único estado musulmán con relaciones con Israel.
Ante lo ocurrido, el president de EE UU, Barack Obama, telefoneó al primer ministro israelí, Bejamin Netanyahu, para expresarle su apoyo y su «preocupación», llamando también a Egipto a «cumplir sus obligaciones internacionales» y proteger la misión diplomática israelí.
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